A Iván Larroca.
HISTORIA.
Estudiando la historia,
fechas,batallas,
cartas escritas en la piedra,
frases celebres,
procrees oliendo a santidad,
solo percibo oscuras manos
esclavas,metalúrgicas,
mineras,tejedoras,
creando el resplandor,
la aventura del mundo.
Se murieron y aún les crecieron las uñas.
Juan Gelman.
Fragmento de "Velorio del solo"
Nada debería acotar a las precisas y preciosas palabras del queridisimo Juan Gelman, el no sabe de mi cariño, pero de alguna, en alguna de sus formas, mi cariño, sé muy bien le está llegando.
Pero en esta tarde de Domingo en que los recuerdos avanzan con su fanfarria de melancolía por el callejón abierto de cielo de mi corazón, me he sentado a escribir y recordar severamente sobre ciertas cosas, sobre ciertos estadios del alma.
He pensado en mi casa, en mi lugar en el mundo, en mi patria, en Lincoln.
Mentalmente me pose sobre mi infancia, bajo las tardes de sol, tardes interminables respirando el olor a pasto húmedo de mi barrio, impregnadas en té con leche, atemporales, visitadas por dioses amables, por los hombres que hoy siguen jugando en mis letras, por los niños a los que hoy sigue queriendo este hombre.
¿Quien pudiese desvanecer las fronteras?
Yo recuerdo las que no se desvanecen: parra y patio eran techo y llanura del mundo.
Adelante !! Adelante !!
Adelante corazón, que catarsis hay en el grito, que esterilidad hay en el tiempo. Nada se oxida, mis recuerdos recién nacidos y los abuelos de mi recuerdos viven en mi: mi avenida, mi viejo suéter rojo tejido por mi tía, quien también bordo muchos de mis sueños, mis zapatillas desatadas, mis dolores, el amor de mis padres, sus manos interminables, el viejo gorro del vasco, sus reales insultos a los dioses del oprobio, negadores de la vida, su amor de pie, sus convicciones, mis respetos, mi incapacidad de a veces no decir las cosas a tiempo, Graciela y su complicidad, la eterna niñez de su mirada, su preocupación constante, mi oportunismo para ser inoportuno.
¿Donde comienza la vida toda ?
Pues ahí.
Donde muere mi avenida.
He pensado en mi hogar, en el sillón raído del comedor, en las ventanas siempre abiertas, he sentido la mas suave calidez, la mas pretenciosa certeza: saberme parte de algo verdaderamente real, inmerso en la mas palpable desmesura de la felicidad, su sencillez, su amor en cada rincón.
Pensé en los sesenta inviernos en las manos de mi madre, blancas, compañeras, repletos de sol.
En mi padre, en su tono de vos, en como hoy lo reconozco en mi, condición edipica ante la cual sedo, pero no hacia la genética o hacia los dircusos del Psicoanálisis, sino hacia el mas desinteresado amor de padre, hacia su sed, hacia esta manera de recordarlo viviendo aquí, en mi pecho, en el cielo de mi pecho.
Donde vive el poeta también vive el canalla, pero sé bien que nada tiene que hacer ahí donde hoy despiertan mis recuerdos.
Hoy reconozco a mis vivos y a mis muertos en el poema de Gelman, en como hacen un país sin siquiera saberlo, como le dan sentido a este cuerpo que me encierra el alma. Estoy hablando de amor...
Estoy hablando, y hablando y hablando.
Y siento esta hermandad, este compañerismo, esta ancestral relación que nos une, estoy hablando nuevamente de amor, de sentirte un hermano, estoy dando gracias por seguir caminado.
La ruta invita, el camino se desanda andando, mi cariño florece a cuatro estaciones, y voy hacer todo lo que haya que hacer para que mis flores elijan siempre tu jardín, que la primavera se someta, se rinda a la belleza que hoy estamos buscando.
Te quiere quien se siente tu compañero de todos los tiempos.
El corazón delante, que mañana es mejor...
Tuyo y de nadie.
Espero verte pronto...
HISTORIA.
Estudiando la historia,
fechas,batallas,
cartas escritas en la piedra,
frases celebres,
procrees oliendo a santidad,
solo percibo oscuras manos
esclavas,metalúrgicas,
mineras,tejedoras,
creando el resplandor,
la aventura del mundo.
Se murieron y aún les crecieron las uñas.
Juan Gelman.
Fragmento de "Velorio del solo"
Nada debería acotar a las precisas y preciosas palabras del queridisimo Juan Gelman, el no sabe de mi cariño, pero de alguna, en alguna de sus formas, mi cariño, sé muy bien le está llegando.
Pero en esta tarde de Domingo en que los recuerdos avanzan con su fanfarria de melancolía por el callejón abierto de cielo de mi corazón, me he sentado a escribir y recordar severamente sobre ciertas cosas, sobre ciertos estadios del alma.
He pensado en mi casa, en mi lugar en el mundo, en mi patria, en Lincoln.
Mentalmente me pose sobre mi infancia, bajo las tardes de sol, tardes interminables respirando el olor a pasto húmedo de mi barrio, impregnadas en té con leche, atemporales, visitadas por dioses amables, por los hombres que hoy siguen jugando en mis letras, por los niños a los que hoy sigue queriendo este hombre.
¿Quien pudiese desvanecer las fronteras?
Yo recuerdo las que no se desvanecen: parra y patio eran techo y llanura del mundo.
Adelante !! Adelante !!
Adelante corazón, que catarsis hay en el grito, que esterilidad hay en el tiempo. Nada se oxida, mis recuerdos recién nacidos y los abuelos de mi recuerdos viven en mi: mi avenida, mi viejo suéter rojo tejido por mi tía, quien también bordo muchos de mis sueños, mis zapatillas desatadas, mis dolores, el amor de mis padres, sus manos interminables, el viejo gorro del vasco, sus reales insultos a los dioses del oprobio, negadores de la vida, su amor de pie, sus convicciones, mis respetos, mi incapacidad de a veces no decir las cosas a tiempo, Graciela y su complicidad, la eterna niñez de su mirada, su preocupación constante, mi oportunismo para ser inoportuno.
¿Donde comienza la vida toda ?
Pues ahí.
Donde muere mi avenida.
He pensado en mi hogar, en el sillón raído del comedor, en las ventanas siempre abiertas, he sentido la mas suave calidez, la mas pretenciosa certeza: saberme parte de algo verdaderamente real, inmerso en la mas palpable desmesura de la felicidad, su sencillez, su amor en cada rincón.
Pensé en los sesenta inviernos en las manos de mi madre, blancas, compañeras, repletos de sol.
En mi padre, en su tono de vos, en como hoy lo reconozco en mi, condición edipica ante la cual sedo, pero no hacia la genética o hacia los dircusos del Psicoanálisis, sino hacia el mas desinteresado amor de padre, hacia su sed, hacia esta manera de recordarlo viviendo aquí, en mi pecho, en el cielo de mi pecho.
Donde vive el poeta también vive el canalla, pero sé bien que nada tiene que hacer ahí donde hoy despiertan mis recuerdos.
Hoy reconozco a mis vivos y a mis muertos en el poema de Gelman, en como hacen un país sin siquiera saberlo, como le dan sentido a este cuerpo que me encierra el alma. Estoy hablando de amor...
Estoy hablando, y hablando y hablando.
Y siento esta hermandad, este compañerismo, esta ancestral relación que nos une, estoy hablando nuevamente de amor, de sentirte un hermano, estoy dando gracias por seguir caminado.
La ruta invita, el camino se desanda andando, mi cariño florece a cuatro estaciones, y voy hacer todo lo que haya que hacer para que mis flores elijan siempre tu jardín, que la primavera se someta, se rinda a la belleza que hoy estamos buscando.
Te quiere quien se siente tu compañero de todos los tiempos.
El corazón delante, que mañana es mejor...
Tuyo y de nadie.
Espero verte pronto...
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