lunes, 19 de enero de 2009

ODA A UN CARDO.


Hecho de espinas y soledad,
en la aridez y allá lejos,
creces en silencio,
entre las piedras y el viento,
hijo de alguna pena sin mar.
Estoico en las inclemencias, en tu ansiedad de tormentas y excesos de sol.
¿Quien te erizo la carne y te sembró sequías?
Al lado del camino, en los recodos oscuros de tierras, abandonos y olvido,
te precipitas en tu quietud.
No eres de la noche ni de la luna corona,
brazalete de ardores,
a plena luz del día, en baldías geografías
(asfixiantes horizontes te dibujan).
Eres mio y de nadie, y de la flor eres soldado armado;
no eres de la caricia pero si de la mariposa,
eres del tiempo y de las cosas que no se nombran
pero lloran nombres.
No nació quien te cante un verso húmedo,
quien te encienda un beso otoñal y rojizo.
Desiertos nombras, montañas callas a tus adentros,
eres de la ansiedad lo que ansia y no duele.
Corazón y agua del caminante que lo caminan caminos,
lo beben recuerdos,
que en atardeceres descansa.
Cargas siglos de silencio, y sigues esperando,
y esperando,
esa palabra que te deje ver el corazón,
allá lejos,
aqui mismo,
donde sea;
para que de una puta vez valga la pena el viaje,
aquí tan cerca
y tan a pesar de los dolores.

4 comentarios:

Juliana Fortini dijo...

En mi lejanía abracé a un cardon, sólo para saber lo que se sentía. Al hacerlo me di cuenta que ya había abrazado a uno acá.

Un abrazo sin heridas.

Pd: revisó su exquisito correo?

El Cochinillo exquisito. dijo...

¿Usted reviso el suyo?

Otro abrazo sin herir.

mesterblog dijo...

quizas en el proximo whiskisito me anime a agitar los hielitos con un cardo en lugar de dedo... quizas se transfieran asi las tristezas de aquel cardo en un vaso de oportunidades...

Abrazo cochinillo, exquisito como siempre.
mester

tres deseos dijo...

En mi viaje lave mis heridas y un cactus se envolvió por mi cuello.
Qué bueno poder leerte de nuevo.
Saludos.