Cuando a mitad de la noche insomne,
a la deriva de la negra inmensidad
(sin atenuantes),
proximos del alba y de su luz
(ajenos a todo paroxismo),
los astros en el cielo,
insurrectos,
(coral astral y nocturno, ciclope blanco)
se adueñan del mundo;
secretamente nos desnuda la certeza del dormir de una madre,
ó el de la mujer ausente (compañera),
en la cama que descansa
(nuestra sombra y los zapatos),
uno despierta a salvo de incertidumbres del cariño,
lejos del animal existencial y voraz de la ansiedad,
la verdad y los deseos,
de la trillada eficacia de la muerte.
Claramente se puede ver el sueño despierto de la infancia,
la sonrisa de los hijos que esperan el nombre y la caricia,
la revolucion y la justa y justicia,
la mesa para todos,
el vino de los días,
el derrubio sol de tu sonrisa.
Sobrevuelo el credo clandestino de tu nombre,
y se deshoja esta oración como el destino,
como busca la vida en los caminos de los años venideros,
la libertad,
(tus manos)
los sueños despertando de los sueños que soñamos despertando,
a orillas de aquel sueño
(juntos),
que soñamos que nos sueña.
a la deriva de la negra inmensidad
(sin atenuantes),
proximos del alba y de su luz
(ajenos a todo paroxismo),
los astros en el cielo,
insurrectos,
(coral astral y nocturno, ciclope blanco)
se adueñan del mundo;
secretamente nos desnuda la certeza del dormir de una madre,
ó el de la mujer ausente (compañera),
en la cama que descansa
(nuestra sombra y los zapatos),
uno despierta a salvo de incertidumbres del cariño,
lejos del animal existencial y voraz de la ansiedad,
la verdad y los deseos,
de la trillada eficacia de la muerte.
Claramente se puede ver el sueño despierto de la infancia,
la sonrisa de los hijos que esperan el nombre y la caricia,
la revolucion y la justa y justicia,
la mesa para todos,
el vino de los días,
el derrubio sol de tu sonrisa.
Sobrevuelo el credo clandestino de tu nombre,
y se deshoja esta oración como el destino,
como busca la vida en los caminos de los años venideros,
la libertad,
(tus manos)
los sueños despertando de los sueños que soñamos despertando,
a orillas de aquel sueño
(juntos),
que soñamos que nos sueña.
1 comentario:
"sobrevuelo el credo clandestino de tu nombre"
cuanta poesía, maestro!
abrazo
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