viernes, 6 de marzo de 2009

TRES POEMAS A LAS CUATRO MENOS CUARTO.


SE VIENE EL DÍA.

A paso lento y firme se aproxima el día,
como un elefante gris tormenta,
voz de trueno administrando centellas y sinónimos de luz.
Se viene el día,
escandaloso en minutos, ladrillos perplejos
(como suelen ser los ladrillos)
cada hora una pared,
exactitud y sin sentido.
Se viene el día,
con el vengo, con el sol de prenda,
contracorriente, pausando el devenir,
demorando las ausencias.
Las puertas se han sublevado y la luz se replegó en las ventanas
bajo el inmemorial tedio da las siestas.
La luna que nada pide,
llora canciones de plata,
se derrama en estrellas y espera,
en su paciencia, en su calma de luna no mas,
dorado instante del tiempo;
sutil descuido,
tarde sin pacto pactada,
al fin besar sus silencios.

BREVEMENTE LOS SUSPIROS.

Pienso en esa mujer esbelta, delicada,
esa mujer que no entiende mas allá de las horas visiblemente invisibles.
Mujer que acepta y no acepta;
hombre que ríe y se sonroja cinco o seis veces al día,
por su Dios avergonzado,
disminuido en sonrisas,
en las arañas, los perros, las abejas, la rebelión, las montañas.
Hombre despierto que duerme brevemente sus suspiros;
exaltacion,
anhelo azul desmedido.
Uso y abuso al olvido,
la memoria, los espejos, la historia y las mañanas.
Severa incapacidad de digerir el absurdo salpimentado de tiempo;
las ficciones, la vida,
la realidad y ese instante que precede a las caricias.
Mujer que hace y deshace miles y miles de veces de lo que siento y no siento
pensarlo en el corazón.
Y se disuelven las formas en su solidez de cariño,
e inexistentes cadenas que no sentencian grilletes ni caprichos de destino.

ESO QUE TU YA SABES.

Como un túnel al final de la voz,
vejez al revés de una vez,
cuando gobierna un poema de sencillez,
extremo extraño,
gritos silentes,
ecos de infancia.
hojas en blanco en otoño,
lapiceras, arco y flecha,
originarios detalles.
Una tormenta, es eso, que como las circunstancias, la ciudad no representa.
Un cigarrilo encendido, el plato sobre la mesa,
sordos teléfonos suenan cuando me llama tu ausencia.
Lluvia que insistentemente regresa y no retrocede,
mas bien avanza en mi sed,
sobre su empeño sostiene,
tu nombre sobre los cielos, las antenas y las balas.
Dos centurias y no duermo,
y no aflojo el cinturón que censura tu cordura,
escribo lo que me escribe, en tu condena sin jaulas ni fieras oscuridades.
Destino de un hombre libre,
no en soledad sino libre.
¿Sentiste alguna vez como tropilla salvaje al corazón al galope montado sobre el deseo?
¿Sentiste soledad, absurdo espejo,
mueca boba de las horas, barba de mas de diez días,
sed en medio del mar o algún desierto de olvido, la multitud de la gente ambicionando murallas?
Un hombre envuelto en su corazón,
en carne y hueso su cuerpo en forma de interrogantes.
Soy el desvelo con sueños, tus manos están dormidas de mi,
y te provoco mujer mientras te intuyo callada, besandote las rodillas,
atravieso tus mensajes, tu nombre virgen,
tus labios a mis orillas;
la pared esta llorando la película proyectada.
¿Que mas?
Puede ser lluvia o sequía.
Ser eso, esto o aquello, ser este bruto cariño que te desnuda en el sueño,
cuando ya lejos el miedo corre asustado y ajeno.
Un mar y un cielo de sal degusta sola la luna,
y todo eso que tu ya sabes,
cuando tus ojos se atreven,
cuando tus ojos me beben,
muy a pesar de la suerte y obviedades de la muerte.

3 comentarios:

Sanchestelman dijo...

QUE LINDOS POEMAS, MI QUERIDO POETA DEL SUR!!

ABRAZO ENORME

juanaroggero dijo...

Cuántos poemas para ser tres... Me alivia leerlo nuevamente, algo cambió que el todo revela fragmentos... Me encantan las partes, obviando la obviedad de la muerte.

Un gran cariño poeta!

Serenito dijo...

Preciosos los tres...
Beso