Espejos prepotentes de olvidos anunciados.
Cartel luminoso de una noche apagada.
Memoria, hielo en la luna, miel en el sol y la pua bailando su perpetua danza sobre un caracol.
Botellas al mar y vasos al suelo.
Un ultimo beso a los labios del sueño.
Tengo un Domingo con soleadas tristezas, con la alegría sin paraguas esperando una leve lluvia otoñal (de tus manos). Tengo abiertas las ventanas (las del corazón) y la cama literalmente deshecha; el universo (todo en el bolsillo), las sillas descalzas, la mesa desnuda, su piel de madera, su silencio de vos. Hoy estoy a merced y voluntad de tus calles, a contramano la muerte y su obviedad cementerio, semen muerto, (como la sangre en silencio suele sangrar), las referencias de las sombras o las tinieblas del tiempo. Y el sol, siempre el sol, como un durazno en la tarde, como la noche el deseo, esta inquietud, esta insolencia, esta inocencia de Dios, esta culpa de esperarte, el viento, la libertad, tu nombre aun mas inmenso que el mar donde me pierdo en mi barca, mucho mas allá del horizonte, del destino o las botellas, besos de papel, preguntas de acero oxidable, (tus) labios necesidad necesaria.
"Todas las flores del sol en el campo, una mañana lloran la lluvia Quiero saber porque la lloran."
Dedos de Mimbre.-
Luis Alberto Spinetta.
La ardua tarea de escribir, el santo oficio de las palabras, endemoniados en el papel sudando la tinta de los infiernos (de este lado del infierno), agitando las llamas, las aguas el corazón y las preguntas. ¿Nadie responde allí? Necesariamente alineados, buscando la multiplicidad de las formas, la unidad, el hambre del hambre, la sed de la sed mas furiosa, el pan, la belleza, hablando de pie al sujeto masa (sin gritos), a la gente y para la gente, a pesar de la policia, el egoismo y la estupidez circundante, somos gente compromentiendo el alma (para la gente), en permanente estado de alba (somos la gente). Naciendo. Doliendo. Viviendo. Conjugados, a vino y verbo, religiosos. La ronda del reloj, el lapiz en reposo, la inanicion, la soledad, la muerte y las excusas, las piedras en la arena, el mar en las orillas se aproxima a la ventana. Eso que nos quiere escribir, tentado de olvidar lo que se olvida una y otra vez en el recuerdo, permanezco, obcecado permanezco. En letania sobre la tarde de Marzo, siento algo naciendo. Puede ser una mujer, un Dios, una serpiente, una caverna en la tormenta primitiva de la vida y los sentidos; yo no lo se ni lo pregunto. Viene naciendo, las aves en el horizonte algo se llevan, la noche me devora, el viento a merced del viento, viene naciendo, en visperas de luna llena, atravesando el equinoccio bajo el solsticio austral que imagino, los ojos que la escriben las manos que la leen, te estan bien pariendo. Un día lloraremos la lluvia del sol (y la lluvia) y las flores, esperemos saber porque lloramos. Aqui mi ofrenda:
Así como tus ojos, como la razón de tus manos, que no buscan razón ni en el mirar, en los pretextos o los descuidos yo te observo mujer, en cercanas lejanías del alma y la poesía que respiro irremediablemente para vivir. Así como la lluvia a veces ansia lluvia y nada mas, como la sed rojos desiertos, el horizonte tu silueta; yo te espero mujer, como el mar que no espera certidumbres. Te imagino llegar sin avisar, sonora en tus silencios, callada de canciones que esperas escuchar (y te dibujen). La noche necesita a la mañana como yo necesito soñar y estar despierto. Las letras de tu nombre, la rebelión de tus cabellos, las plegarias, las puertas que se cierran con el viento, las botellas, los libros, los papeles en el suelo, la casa que agoniza y el verano cae muerto. Así como tus ojos, son distintos a los míos, nos parecemos mujer. Así como los ríos son distintos de otros ríos, el dolor de los olvidos, la luz de la ceguera, el temor del desvarío, nos parecemos mujer.
La niebla, los vapores, los escalofríos, la fiebre el resplandor, la sangre los vampiros nos distancian y nos unen mujer espejo en los espejos.
Yo te observo como un peregrino en el lugar, resignado a mi carne pero libertario del espíritu, ajeno a distancias y dilemas de tiempo y espacio; el deseo es parte del aire que circunda lo que se mueve, lúdica manera de remitirnos a lo insondable. Así como tus ojos, como tus pies y su mirada de camino entre verdores y azulados pensamientos, me desdibujo y me diluyo en mis propios anhelos de mañana en tus brazos, aferrado a la luz, proyectando una sombra reparadora de sol, volviéndome algo irreal y sencillamente pretencioso. (Algo así, así como tus ojos).
¿Y si después de tantas palabras no sobrevive la palabra? César Vallejo.-
Es una de esas tarde/noches tranquilas, en la que acuden amigos en cuerpo nombre y los recuerdos; la familia merendandose el Domingo y los primeros fríos templados de fines de verano avanzan sobre este extremo austral del mundo. Reímos y circulamos la ronda sanguínea del dialogo y las manos, ecualizamos el alma en tonos crepusculares, las horas, los años bajo la suela; esos que se van cayendo entre los dedos como si fuésemos dioses niños jugando a orillas de un mar terrible, pero inmensamente conmovedor, representado en las mareas y en un puñado de tiempo bellisimo. Hijos prodigos en las contradicciones que reafirman la vida, metáfora exquisita, antítesis crucial de las rondas del reloj, ese contrasentido que suele orientarnos. No existe mas felicidad que la que se reconoce y se impone, de manera inevitable, como el sol. Sin percibir los ecos del futuro estamos atentos a lo que hoy nos escribe felices, pagando lo que hay que pagar por cada sonrisa, la sonrisa de hoy a todo diente y corazón. Estoy a unos veinticinco años de escribir lo que ayer pensaba en silencio, pero estoy en movimiento, en garantía con el alma, en espíritu y certeza. La curiosidad es el mareo mas exigente que me puedo provocar, y la sugerencia de la casa. El camino es eso que se deshace solo haciendo. El milenario acto de caminar no admite concesiones, un camino suele ser algo irreprochable, un argumento extenso y solido, vehículo del deseo, vena de la melancolía, asfalto bajo una lluvia invernal, anden de tierra para el tren de los otoños. Hoy no cometo excesos por no excederme, desmedido en carcajadas parlamento a la tristeza. Se algunas cosas de la muerte. Se otras tantas de tus labios. Erudito en mis espejos; en sospechar seriamente a los canallas, esos ojos fríos observando vidas que no viven y se asfixian respirando, farsantes del verbo, asesinos seriales de adjetivos, incapaces de luz, mediocres sombras en su ya sombría existencia. Notables ignotos llamando a la atención, dando pena hasta la pena. Se algunas cosas (espero que lo sepas), y no se otras tantas que vienen demoradas, que cobijan las preguntas a la intemperie de respuestas, de la noche, y la mañana. Hoy no estreno beso nuevo ni angustia en la ventana, no malgasto la salud ni guardo vida, hoy renuevo los abrazos y silencio despedidas, la tuya por ejemplo hasta la lengua en el cuchillo, hasta la boca virgen de los gritos, hoy se algunas cosas, sugerencias, menesteres de la impronta y los detalles espontáneos de las brisas de los nombres bien nacidos, algunas cosas de la vida que me vive, se vuelven, inolvidablemente vivas cuando vives. Hoy se algunas cosas. Hoy sobrevive (tu) palabra.
A paso lento y firme se aproxima el día, como un elefante gris tormenta, voz de trueno administrando centellas y sinónimos de luz. Se viene el día, escandaloso en minutos, ladrillos perplejos (como suelen ser los ladrillos) cada hora una pared, exactitud y sin sentido. Se viene el día, con el vengo, con el sol de prenda, contracorriente, pausando el devenir, demorando las ausencias. Las puertas se han sublevado y la luz se replegó en las ventanas bajo el inmemorial tedio da las siestas. La luna que nada pide, llora canciones de plata, se derrama en estrellas y espera, en su paciencia, en su calma de luna no mas, dorado instante del tiempo; sutil descuido, tarde sin pacto pactada, al fin besar sus silencios.
BREVEMENTE LOS SUSPIROS.
Pienso en esa mujer esbelta, delicada, esa mujer que no entiende mas allá de las horas visiblemente invisibles. Mujer que acepta y no acepta; hombre que ríe y se sonroja cinco o seis veces al día, por su Dios avergonzado, disminuido en sonrisas, en las arañas, los perros, las abejas, la rebelión, las montañas. Hombre despierto que duerme brevemente sus suspiros; exaltacion, anhelo azul desmedido. Uso y abuso al olvido, la memoria, los espejos, la historia y las mañanas. Severa incapacidad de digerir el absurdo salpimentado de tiempo; las ficciones, la vida, la realidad y ese instante que precede a las caricias. Mujer que hace y deshace miles y miles de veces de lo que siento y no siento pensarlo en el corazón. Y se disuelven las formas en su solidez de cariño, e inexistentes cadenas que no sentencian grilletes ni caprichos de destino.
ESO QUE TU YA SABES.
Como un túnel al final de la voz, vejez al revés de una vez, cuando gobierna un poema de sencillez, extremo extraño, gritos silentes, ecos de infancia. hojas en blanco en otoño, lapiceras, arco y flecha, originarios detalles. Una tormenta, es eso, que como las circunstancias, la ciudad no representa. Un cigarrilo encendido, el plato sobre la mesa, sordos teléfonos suenan cuando me llama tu ausencia. Lluvia que insistentemente regresa y no retrocede, mas bien avanza en mi sed, sobre su empeño sostiene, tu nombre sobre los cielos, las antenas y las balas. Dos centurias y no duermo, y no aflojo el cinturón que censura tu cordura, escribo lo que me escribe, en tu condena sin jaulas ni fieras oscuridades. Destino de un hombre libre, no en soledad sino libre. ¿Sentiste alguna vez como tropilla salvaje al corazón al galope montado sobre el deseo? ¿Sentiste soledad, absurdo espejo, mueca boba de las horas, barba de mas de diez días, sed en medio del mar o algún desierto de olvido, la multitud de la gente ambicionando murallas? Un hombre envuelto en su corazón, en carne y hueso su cuerpo en forma de interrogantes. Soy el desvelo con sueños, tus manos están dormidas de mi, y te provoco mujer mientras te intuyo callada, besandote las rodillas, atravieso tus mensajes, tu nombre virgen, tus labios a mis orillas; la pared esta llorando la película proyectada. ¿Que mas? Puede ser lluvia o sequía. Ser eso, esto o aquello, ser este bruto cariño que te desnuda en el sueño, cuando ya lejos el miedo corre asustado y ajeno. Un mar y un cielo de sal degusta sola la luna, y todo eso que tu ya sabes, cuando tus ojos se atreven, cuando tus ojos me beben, muy a pesar de la suerte y obviedades de la muerte.
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