Cuatro o cinco cosas,
y coletazos del calor,
los libros, la mesa sin mantel,
el idioma de tus manos en absoluto silencio,
las certezas en sal muera.
La lluvia, la nostalgia y la humedad de los recuerdos,
la ciudad que me camina y desorienta.
Ese dulce sopor del extravío, la inconsciencia de nombrarte.
Cuatro o cinco cosas, la distancia entre los días,
las horas en deceso, el minuto que te nace en el instante y permanece.
Mi sombra en la penumbra, delineando el gris y la tormenta,
haciendo las preguntas indebidas que me debo todavía.
Las botellas de reojo, la sed pasa revista,
los espejos, la noche, la luz de tu sonrisa.
Cuatro o cinco cosas he contado, omitiendo las sospechas,
lo que lejos me ha olvidado.
Subrayando la esperanza, la espera, los latidos que me avanzan.
La luna demorada en los destellos de tus ojos,
en la acuarela y las palabras.
Las calles, las vías sin motivos, estaciones que envejecen, las maletas,
el anden las circunstancias que te ausentan, el tren que no tomamos pasa y pasa.
Cuatro o cinco cosas,
y coletazos del calor,
el alma descontando lo que falta,
el invierno que se acerca,
se suspende como el sol,
eso que nos hace,
en la vida y los complejos detalles sencillos del cariño.