viernes, 12 de febrero de 2010

PRIMER TRATAMIENTO SOBRE EL ABSURDO.-

Es menester que no comience con la letra "p", podríamos vernos en la cruel encrucijada de tratar de pensar, incurriendo en la infamia, (además) de adjudicarnos la acción de carácter clandestino de una palabra radical, maltratada hasta el insomnio, confundirla con ese yuyo voraz que crece en la razón de un verde sentimiento.

El absurdo debe de ser sorprendido, principalmente evadiendo todo plan de sorprenderlo.
Puntual como cae un rayo, incuestionable como la mirada taciturna de una vaca en el recodo del camino.

Los relojes, (es imprescindible), deben cumplir estrictamente su función: perder (sin levantar sospechas).

Tantas veces (pero tantas como sea necesario) la voz de cualquier verbo insolente darle soga y paladar; y teniendo en cuenta que ellos mismo rigen su verbal sufragio y dictadura es probable que el absurdo se vuelva improbable u objetivo, como tanta cosa vaga que dictan ahora mismo relojes que no ganan ni un minuto de las horas de la muerte absurdamente vividas, en la cruz o en las palabras o en la fe que las designa sin nombrar en el absurdo carmin de aquellos labios, lo que callan.

viernes, 5 de febrero de 2010

MODUS OPERANDI.-

Dedicado muy pero muy a destiempo al gordo Scarpolo (así lo nombrare)
A la peña, que todavía no se cayó (nunca se subió a ningún lado)
A "dardito" Salinas, que me gana los juicios y no me cobra los tragos...

MODUS OPERANDI.

Entonces llegue, sobre la mesa inmutable puse lo que había que poner sin ordenar los cubiertos y ostentar entre vapores lo que no nombra el menú,
entonces, ya saben, llegue, y sobre la muerte de todos (pues ya que es muy generosa) saque lo que había que sacar sin opinión ni propina,
entonces bese, sobre la boca de nadie (así llame a esa mujer) que me quería cobrar, con latidos con (tres) gestos que nadie habrá de pagar, (acaso Dios calla o mira)
entonces baile, sobre el colchón, los mosaicos, los papeles de otoño que aquel invierno escribió, sobre la ausencia baile al compás del corazón...
Entonces, han visto, han apuntado esta vez, que la poesía, pues claro, nos sirve, no sirve ni ha de querer ser consuelo de los tontos, de los locos no hay porque? pero le sirve a la luna con el llanto de la noche, beber, lavarse la cara, estrictamente sin culpa, con fe mojarse los pies.
Entonces viví.
No hay dudas, dudando esta vez.
Y así, entonces (entonces digo después), es claro, joder, por eso no ha muerto nadie, por eso escribo estos versos, por eso escribo dichoso,
lo se...
Cariños.-