viernes, 12 de febrero de 2010

PRIMER TRATAMIENTO SOBRE EL ABSURDO.-

Es menester que no comience con la letra "p", podríamos vernos en la cruel encrucijada de tratar de pensar, incurriendo en la infamia, (además) de adjudicarnos la acción de carácter clandestino de una palabra radical, maltratada hasta el insomnio, confundirla con ese yuyo voraz que crece en la razón de un verde sentimiento.

El absurdo debe de ser sorprendido, principalmente evadiendo todo plan de sorprenderlo.
Puntual como cae un rayo, incuestionable como la mirada taciturna de una vaca en el recodo del camino.

Los relojes, (es imprescindible), deben cumplir estrictamente su función: perder (sin levantar sospechas).

Tantas veces (pero tantas como sea necesario) la voz de cualquier verbo insolente darle soga y paladar; y teniendo en cuenta que ellos mismo rigen su verbal sufragio y dictadura es probable que el absurdo se vuelva improbable u objetivo, como tanta cosa vaga que dictan ahora mismo relojes que no ganan ni un minuto de las horas de la muerte absurdamente vividas, en la cruz o en las palabras o en la fe que las designa sin nombrar en el absurdo carmin de aquellos labios, lo que callan.

1 comentario:

julián dijo...

darle soga y paladar", nene me gustarìa haber escrito estas dos palabras, creo que son los relojes los que pierden en definitiva, ellos marcan segundos y horas que jamàs comprenderan. Abrazo