La melancolía hoy es una araña muerta y en su tela abandonada, allí (siempre) en su sitio, se enredan los recuerdos, las polillas de la luz artificial de ciertas desmesuras que enloquecen la locura, la mancha de humedad, los pasos de una lluvia que vuelve con la sed y se va con la mañana.
Llueve hoy por la tarde y no me sobra sol ni mujer que me amerite.
Los zargazos de las olas del mar muerto clavan uña y diente en mi ventana, las noches de tormenta y soledad en las heridas, arden con ardores que asi valen; y el colchón es una balsa de algodón en una playa lejana, mariposa perdida, botellas sin besos, licor, ni despedidas; el último bastión de cierta fiebre y los desvelos.
La noche un obsequio diario, una sorpresa vestida de negro, que aveces muerte trae, ramilletes de vida, valijas, pañuelos disecados lágrimas en salmuera, celebraciones ancestrales, primaveras, invierno sin cuarteles.
La guitarra un destino de cuerdas y madera y un bruto entendimiento de música que suena, suena, suena como un río de cascabeles.
El reloj es una ronda sin infancia, ya que esos territorios las horas eran barriletes de un papel salvaje, perlas de mandarina eran las riquezas, calle de tierra, siesta, crayones rojos, amarillos, arco iris tesoro y mediodía bajo la parra del patio de mi vida.
Te con leche el vino de la casa.
El amor, las pequeñas cortesias, los detalles, el pan, la caravana de hormigas que seguia como un explorador, los inmensos corazones como el sol, los inviernos en familia, la helada con frazadas, la bandera de aquella patria chica sin banderas.
Pero el calendario y la carta cambian con los años y
el whisky como la luna necesaria, y otras banderas libran guerras que no son las mias, y ahora las hormigas pican, pero me queda un puñado de luz que alumbra las cosas en silencio y sin alardes ahora que dan las doce y la pared es tan solo una pared con un reloj y un calendario.
Y yo doy puntual los 29, sin retraso y en el mismo anden de trenes que pasan una y otra vez, a mitad de camino entre un poema inolvidable y el poema que me olvido.